Un estudio encabezado por médicos del hospital universitario alemán Schleswig-Holstein (UKSH) ha demostrado el efecto provocado por la intolerancia alimentaria en el intestino: la inflamación del mismo.
La investigación, publicada en la revista de la Asociación Norteamericana de Gastroenterología, realizó pruebas utilizando una novedosa herramienta de endoscopia con imágenes. Esta permite analizar en tiempo real los cambios que se producen en la mucosa intestinal tras la ingestión de alimentos (la endomicroscopía láser confocal o CLE por sus siglas en inglés).
Los científicos pusieron en marcha este análisis tras sospechar que enfermos diagnosticados de colon irritable que no mejoraban podían padecer algún tipo de intolerancia alimentaria.
Para ello se seleccionaron 36 pacientes que, pese a su calificación de colon irritable, presentaban pruebas negativas. De hecho, no se había podido identificar una causa estructural o bioquímica de sus síntomas, con gastroscopia y colonoscopia sin resultados positivos. Además, sus sintomatología, principalmente estreñimiento, empeoraban tras las comidas.
También se constató la ausencia de alergias alimentarias (mediante análisis de sangre IgE y también estudios cutáneos) y se descartó que dichas personas padecieran depresión o ansiedad o que hubieran tenido una infección previa reciente que pudiera ser el origen de su situación.
Cómo se realizó la prueba
Para realizar el estudio a estos pacientes se les dieron cuatro alimentos: leche de vaca, trigo, levadura y soja. Otras 10 personas que no presentaban síntomas se utilizaron como grupo de control.
Cada antígeno alimentario se disolvió en agua esterilizada y fueron liberados directamente sobre la mucosa del duodeno a través de un endoscopio. Así, a los 5 minutos de haber ingerido uno de los alimentos se realizó una endomicroscopia.
Los resultados demostraron en un número importante de pacientes la inflamación del intestino. Se produjo un aumento de la presencia de linfocitos y eosinófilos, así como la pérdida de la continuidad epitelial, es decir, un aumento de la permeabilidad intestinal.
Como consecuencia de estas pruebas, se decidió retirar durante varios meses el consumo de los alimentos que provocaron dicha alteración. El resultado fue una mejora significativa de la situación clínica del paciente, cuyo seguimiento se realizó durante un año. En las personas del grupo de control la ingesta de los alimentos no generó ninguna alteración a nivel del intestino.
Por tanto, este estudio pone de manifiesto la respuesta inmunitaria no alérgica frente a determinados alimentos. Y que dicha reacción está asociada a un fenómeno inflamatorio y a la permeabilidad intestinal.
El doctor José María Mesa, de Consultas Histal, señala que “si se mantiene la toma de aquellos alimentos, por falta de diagnóstico, se mantendrá la respuesta inmune anómala. Es imprescindible llegar a determinar si existe una intolerancia alimentaria. Y qué alimento o alimentos concretamente son la causa, mediante pruebas específicas. De lo contrario, la situación del paciente continuará y se agravará con el tiempo”.
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